Ya hace unos días que vi este divertimento bombístico-balístico. Sí estoy de acuerdo en que cada vez se hace más difícil hacer una película sin mensaje: plana, absolutamente vacía, o llena de tiros. En esta, de vez en cuanto se suelta una frase con sentido. Generalmente, a favor del matrimonio y de los hijos. Es bonito. El resto del tiempo, puñetazo va, granada viene. O donde dice "granada", léase "metralleta".
Pero en esta ocasión vamos a comentar otros aspectos. En concreto, la tecnología y su uso. Naturalmente, el cine no es, casi nunca, un ensayo filmado, o un tratado sobre temas serios pasado a película. Por eso conviene tirar del hilo cuando uno escucha una de esas frases de las que puede sacar mucho jugo.
Ahí va la que vi (una de ellas):
"La tecnología: vale lo mismo que los tontos que la usan".
En la película, tienen al presidente americano a punto de ser degollado en directo para todo el mundo, pero sus aliados cortan la luz. Ahí es donde el presi suelta su resumen.
Si se corrige una pequeña palabra, queda una interpretación del papel de la tecnología en nuestras vidas que es, en mi opinión, más que válido. Preferiría que Echkart, en su papel de máximo gobernante, hubiera dicho: "la tecnología: vale lo mismo que los que la usan", obviando ese "tonto", que tantas veces merecemos, sin duda.
¿Por qué me parece tan acertada esa manera de ver las cosas? Sobre todo, por un simple motivo, que mucha gente -dos grupos, por lo menos- parece no entender. La tecnología es neutra: eso dice. Su bondad o maldad depende de quien la use. Dando un paso más, podríamos decir que la tecnología en sí es buena: es una invención humana. Pero puede usarse mal, si el sujeto que la usa es malo. Así se hacen malos los sujetos y la tecnología, por contagio.
Los dos grupos de gente que no entienden esto son los que están en los extremos. En ese sentido, les viene bien el nombre de extremistas, aunque esa palabra tenga tintes negativos que no querría usar.
En primer lugar, tenemos a quienes dicen que toda la tecnología y siempre es buena. Eso es tanto como exagerar dos posturas: la de pensar que es buena sin uso alguno (en general), y la de pensar solamente -obviando la realidad- en los posibles usos buenos, cuando es innegable que se usa muchas veces mal.
En segundo lugar, están también quienes, guiados seguramente por la parte mala del uso, señalan que solo puede usarse la tecnología de modo degradante para el usuario. Su argumento sería, quizás, algo así: "Como a veces puede hacer el mal, es siempre malo". Es un modo de argumentar bastante extremo y, sobre todo, equivocado. La utilización de la mínima lógica niega ese modo de razonar.
En realidad, como tantas veces ocurre, lo más correcto es lo armónico, el punto medio: la tecnología "vale lo mismo que los que la usan", sean tontos o no. Sólo las personas son buenas o malas. De las cosas, solo secundaria e impropiamente puede hablarse de bondad o maldad.
Debemos enseñar a los usuarios -deben aprender ellos, si se quiere- aprender a usarla bien, y a no usarla mal. El sujeto se mejora o empeora actuando, y también pasa a las cosas su maldad o bondad. La tecnología se embellece con los usos bellos, pero esos usos los dan las personas concretas.
Objetivo: Londres. Y objetivo: educar, con y sin tecnología, para que los chicos (y no tan chicos) sepan usar la tecnología, o no usarla. "Uso", esa palabra tan clave para entender esto.
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