De Aleksandr Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura, hay mucho que hablar. Y él hablo mucho también, motivo por el cual tuvo que sufrir la pena de los que denuncian: 20 años de exilio, entre otros.
Vamos a tomar dos citas como ejemplo de su pensamiento, y, de un salto, pasaremos de una a la otra por el vínculo común que tienen.
En un artículo que se pudo leer en The Times en 1978, A world split apart, señalaba algo que, visto a 40 años de distancia, se muestro como más que profético. Y acertadísimo.
"Habría que revalorizar el perdido derecho de los hombres a 'no saber', a no atiborrar su alma, creada a semejanza de Dios, con comadreos, trivialidades, vacías futilidades. Las personas de auténtico trabajo y de vida plena no necesitan en absoluto de este prolijo, agobiador flujo de información"
Me parece muy interesante no ya solo su tesis sino, sobre todo, su razonamiento, algo velado.
Tesis: no necesitamos tanta información vacía y trivial. Eso es algo que ya muchos dan por obvio en nuestra época de redes sociales. Algo que la educación tendrá que tener cada vez más en cuenta. Se ha llegado a decir que, en el piélago de inteligencias múltiples, la más valorada va a ser la capacidad de atención.
Razón: nuestra alma, creada a semejanza de Dios (y hecha para Él), no debe atiborrarse de tonterías. ¿Qué lleva a Solzhenitsyn a sostener algo que nos retrotrae casi sin querer a toda la tradición occidental, que incluye a Platón y a todos los que no toman a hombre como mero pedazo de carne? Probablemente su vivencia del mundo, llena de horrores, y su visión del mundo, que sí cuenta con Dios.
En relación al ateísmo, Solzhenitsyn declaró:
"Hace más de medio siglo, cuando todavía era un niño, recuerdo haber escuchado a varios ancianos ofrecer la siguiente explicación de los grandes desastres que habían ocurrido en Rusia: "Los hombres se han olvidado de Dios, por eso todo esto ha sucedido". Desde entonces he pasado casi 50 años trabajando en la historia de nuestra revolución; en el proceso, he leído cientos de libros, recogido cientos de testimonios personales y ya he contribuido con ocho volúmenes propios para el esfuerzo de despejar los escombros que dejó ese trastorno. Pero si hoy se me pidiera que formulara de la manera más concisa posible la causa principal de la ruinosa revolución que se tragó a unos 60 millones de nuestros pueblos, no podría decirlo con más precisión que repetir: "Los hombres se han olvidado de Dios, por eso todo esto ha sucedido ".Resuena aquí el pensamiento de Dostoievsky, ese otro ruso inmortal, para quien "si Dios no existe, todo nos está permitido".
Más claro, el agua.
Comentarios