La culpa es de Ed Sheeran (Fidelidad: renovarse o morir)

Pues va a ser que sí: la culpa de esta entrada es de Ed Sheeran y su Thinking out loud.

Finales de 2014. Esa canción sonaba y sonaba sin parar. 

(Paréntesis. En mi ignorante atrevimiento, y basándome en algunos otros casos, predije algo así como que este hombre será lluvia de verano: gran ruido y nada. Ya se ve que me equivoqué al cien por cien. Cierrro paréntesis.)

Sonaba y volvía a sonar, repito. 
Y un día me paré a ver qué narices decía el bueno de Ed. Y me quedé con una palabra que no conocía: evergreen. 
'Cause, honey, your soul
can never grow old,
it's evergreen
Baby, your smile's
forever in my mind
and memory 
Porque, cariño, tu alma
no puede jamás envejecer,
es perenne.
Chica, tu sonrisa
está para siempre en mi mente
y en mi memoria.
Por el contexto y lo sencillo de la visual metáfora anglosajona, me quedé alegremente sorprendido. "Evergreen" es tanto como perenne: lo que dura por-años. Lo contrario de "caduco". De ahí su primera referencia, tomada de la botánica. Muy visual: como debe ser. Las hojas de los árboles que jamás caen ("caduco" viene del latín "cadere", caer: lo caduco es lo caído) no son caducas. Y si no caen es porque están siempre verdes: evergreen.
Ojo con el orden. No es "no caen y por eso son verdes". Sino al revés: "son -se mantienen- verdes, y por eso no caen". 

La diferendia es más que notable. De hecho, sobre ella va la entrada.
Renovarse o morir, dicen los sabios. Y en eso, ni más ni menos, consiste la fidelidad. (¡Otra entrada sobre el amor, sí!). La fidelidad de mi amor -sea del tipo que sea- consiste en permanecer siempre verde, siempre fresco, siempre joven, siempre nuevo. No se puede permanecer en el tiempo si uno está muerto. Cierto, parece que hay hojas secas en los árboles: y así es. "Hay hojas", pero ya no son el árbol. Un  poco de ventolera y se caen. No todo estar es ser: no toda apariencia es ser.
-¿Siempre nuevo, dices? 
Sí: re-novado. Para eso hace falta re-pensar los motivos del amor que lleva a entregarse. Darle vueltas. Quitar las hojas que sobran, las ramas muertas... y usarlas de estiércol. 

Porque, y con esto acabamos, se trata de algo muy bonito y agradable de oír y vivir: si uno no está renovándose, muere. Pero es posible renovarse, estar siempre lozano, verde... a pesar del tiempo. La conversión y renovación va por dentro (y acaba fuera): se trata de ir al núcleo del ser humano y retocar ahí lo que sea. Al núcleo. Al corazón.

¡Saludos veraniegos!






Comentarios