Nikolai Gogol: "Almas muertas" y la educación de los hijos

Ahora que ya he acabado ese novelón del ruso que más inspiró a Dostoievksy, podría destacar algunas cosas, como los hilarantes capítulos de los inicios del extenso libro. O las sorprendentes y más que continuas consideraciones sobre los más diversos temas. Me quedaré, sin embargo, con una solamente. Ahí va esta cita, extraída de un diálogo más largo y duro:
-(...) puedo dedicarme a la educación de mis hijos.
-No, Semión Semiónovich, no, eso es más difícil que cualquier otra cosa. A los hijos solo se les puede educar con el ejemplo de la propia vida. ¿Es su vida un buen ejemplo para ellos? ¿Para que aprendan a vivir a la ociosidad y a jugar a las cartas? No, Semión Semiónovich, confíame a mí sus hijos: usted los estropeará. Piense en ellos seriamente: a usted le ha perdido la ociosidad. Tiene que huir de ella. ¿Acaso es posible vivir en el mundo sin estar sujeto a una obligación? Hay que hacer algo, sea lo que sea. El mismo jornalero cumple una misión; come un pan frugal, pero lo gana y siente interés por su trabajo.
El ejemplo de la propia vida. Dicho de otro modo: fray ejemplo, el mejor predicador.
Gogol escribe lo que quiere en su novela. Me refiero a sus personajes con sus azarosas vidas encima. 
Pero lo tiene claro: un hombre ocioso, sin dedicación a nada, poco puede educar a alguien. 
Concluyamos: no se trata solo de que el ejemplo educa, sino de que el trabajo es uno de los mejores ejemplos y, por tanto, de los mejores educadores. 
Los hijos se miran en sus padres. Me bastará citar a alguien sorprendente: Robert Kiyosaki. No es pedagogo, ni sociólogo, ni filósofo. Es un gurú de las finanzas personales. Recientemente he leído uno de sus libros, "Padre rico, padre pobre", que empieza con esta sincera dedicatoria: 
“Para los padres de todo el mundo: los primeros y los más importantes maestros de un niño; y para todos aquellos que educan, influyen y predican con el ejemplo”. 
No hace falta ser experto en la materia para saber que los padres son los primeros que educan, ya sea bien o mal, que eso es otro cantar.

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