Clases online: 10 ideas para mejorar su aprovechamiento

Lo reconozco: a duras penas soporto la expresión "la actitud lo es todo". 
Porque no es verdad. Solo una parte.
La actitud puede ser mucho, pero nunca es todo. 
Por un simple motivo: cuando hablamos de actitud nos referimos a la parte de la acción que tiene que ver con el sujeto. Pero ninguna acción consta solamente de sujeto. Siempre ha de haber, además, un objeto. 
El esquema es simple: 
Acción = alguien (sujeto) que hace algo (objeto). 
O algo que es hecho por alguien, si nos ponemos en la pasiva. Así de fácil. (Lógicamente, tampoco sirve pensar las cosas impersonalmente, sin actitud: siempre la hay.)


¿Es la actitud, por tanto, lo único importante a la hora de aprovechar al máximo una clase online?
No. 
¿Ayuda la actitud a buscar los modos concretos de hacerlo? 
Sí. Porque es como la puerta que da entrada al aprovechamiento hasta de lo más pésimo. (Que esta es otra: hay clases y clases. La tecnología

Aquí van 10 ideas, por si ayudan en esta época de pandemia. Mucho universitario y tipo de colegio ha sido castigado con las clases online de modo inopinado. Y no es tontería decir que es inopinado el modo y necesario: una persona que se apunta a un curso online, lo hace por voluntad propia, y mala cosa será que no aproveche. Contradictoria, casi, diríamos. 
Pero la realidad es la que es, así que compensa dejar de lamerse las heridas, o de quejarse de modo estéril, y aprovechar para mejorar. Si te dan limones, haz limonada. O un gin-tonic.

En estas 10 ideas, que paso a comentar, hay de todo: cosas exteriores y cosas de actitud. 
Y no se pueden dividir absolutamente la actitud y la cosa concreta y objetiva que uno hará, con ganas o sin ganas. 

  • Ducha y desodorante:
¿No se puede ir a clase sin ducharse y sin haberse puesto desodorante? Of course, my dear. Pero, sin duda, uno está más despejado si se ha duchado antes. En el fondo (y esto va por lo del desodorante, a partir de ciertas edades), el fondo de algunas de estas ideas es este: ponte a trabajar de modo no provisional. Es decir: como si estuvieras en la universidad o colegio de verdad. Y si resulta que vas a esos lugares sin ducharte y desodorante, cambia tu actitud y, por ti y por los demás, empieza a hacer esas dos cosas. Es desagradable para ti y para los otros oler mal.
  • Desayunado (no "desayunando")
No solo por lo ya dicho (evitar lo provisional), sino porque la energía que se gasta cuando uno trabaja de verdad en cosas intelectuales no es poca. Pensar cansa. Escuchar, también. Tomar apuntes, ídem. Desayuna algo salado y algo dulce, me decían a mí: sube algo la tensión y da energía. 
"Desayunando" es gerundio. Y es la manera de ensuciar los apuntes, en caso de que los estés usando antes de acabar. O de mostrar al mundo (si tu micro está encendido inadvertidamente) qué ruido más cuqui hace tu cuchara con tu taza, o cómo no sabes masticar con la boca cerrada).  
Desayunar antes de empezar la clase implica, lógicamente, "perder" tiempo de sueño. Pero la eficacia no es gratis: exige un precio. Duermes 10 minutos menos y desayunas: sales del ayuno. Dice Cervantes en el Quijote que "El trabajo y el peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas". Pues eso.
  • Vestido (no de deporte, ni menos aún pijama)
Vestido como para salir a la calle, tal vez. Cómodo, tal vez. Pero no como opción vital preferencial única. La ropa puede ser algo más que cómoda. Puede ser adecuada. Por eso, para hacer deporte, elegimos ropa de deporte. 
—Y para estar cómodo, ropa cómoda —pareces decir.
Correcto, añado, pero es que, en principio, estudiar no es algo cómodo. Y, como la comodidad llama a la comodidad, quien muy cómodo se pone, muy cómo acaba... durmiéndose, después de abandonar esa aburrida y dificultosa clase. Añado aquí, para más señas, que la palabra "estudio" proviene de studium, ese nombre latino del verbo studeo, esforzarse, empeñarse. O sea que ropa cómoda, pero no la más cómoda. El pijama sirve como ejemplo de comodidad extrema... que debe ser evitada. No podemos engañar a nuestra mente: "ponte cómodo" y "estate atento" a la vez... son cosas difíciles de compaginar. Ese es el motivo. (Evítese también, obviamente, el saco de esparto). 
  • Puntual en el inicio
Es no solo de educación sino de sentido común: llegar a la hora a los sitios permite no perderse nada. El típico gol tempranero. Lo que está claro es que, cuanto mayor es el interés que uno tengo, menos tarde llegará alguien a algún lugar. Si quieres mejorar tu aprovechamiento, llega a la hora. Más todavía si te esperan solo a ti. Obvio. No está de más disculparse si uno ha llegado tarde en casos como ese.
  • Con apuntes y bolígrafo (u ordenador con notas)
Parece una obviedad, pero no lo es ya. Muchos dirán que parar qué, si ya tengo el powerpoint. O me darán otros sus apuntes. Bien, se me ocurren varias cosas.
La primera: mucha cara implica el ir así a clase, esperando que otros trabajen por mí. De hecho, quien va así, no suele ir. Si uno dice que ya tiene el powerpoint, mejor: que anote cosas. Si el profesor solo lee lo que hay, será un mal powerpoint, pero siempre puede uno subrayar lo más importante. 
Y otra, que tiene que ver con la atención. Quien está en clase con apuntes y bolígrafo, posiblemente esté más atento, porque usa un sentido más: escucha más activamente quien quiere anotar lo que se dice. Sin duda: hay que aprender a escuchar y tomar notas a la vez. Escucho y me hago mi idea (eso hacemos al entender) y luego la copio. O copio lo literal. O grabo la sesión y luego la trabajo. "Eso es mucho trabajo", dirás. Pero, diré, es lo que hace quien quiere trabajar mejor.
  • Hasta el final de la clase: puntual al final
Otra obviedad. Por educación, ni que sea. Alguien te habla, pues les escuchas hasta el final. Y por eficacia: le escucho todo lo que me dice y no me pierdo nada. Ojo con perderse el mítico aviso de final de clase. "Ya me lo darán", dirás. Y contestaré lo mismo que antes: "mala actitud la de que de buenas a primeras cuenta con pedir a los demás lo que él no hace".
  • Concentrado (evitar distracciones voluntarias)
Es mucho más difícil ver una clase online que una cara a cara. 
Posiblemente.
Pero ahí están las charlas TED, todas online (para la mayoría que no estuvo allí). ¿La diferencia? Una doble veo. Que están muy pensadas (y no suelen ser así las clases, me temo), y que uno ve una charla TED si quiere, con mucho interés; y no sucede así a veces con las clases online. Solución: pon tú el interés, si no es interesante. Decía Chesterton que no había cosas no interesantes, sino personas sin interés. Los sabios, sin duda, se caracterizan por mostrar interés ante todo lo real. 
Distracciones voluntarias. Las que vengan sin culpa tuya, lo que puedas. Se me ocurren de dos tipos. 
Las técnicas, que fastidian el invento. Haz lo que puedas. 
Las personales: tu móvil que suena y suena. Apágalo un rato: estás trabajando. A veces, ya se sabe, sí hará falta hacer caso a tu padre o madre o alguien que lo valga: como la vida misma. Pero protege tu tiempo de trabajo. 
  • En silencio
Obviedad. 
Pero aún hay quien, de modo claramente egoísta, molesta a otros. 
También puede pasar que uno tenga el micro encendido si darse cuenta. Revisarlo es la clave entonces.
O quien dice que mejor poner música de fondo. Poca atención pondrá. O menos de la que debería, lo cual no conviene a quien llegar a estudiar como el título del post sugería: aprovechando al máximo.
  • Preguntando sin vergüenza si no entiendo
Esto es, en apariencia, lo contrario del anterior punto. Ya se entiende. 
Sin embargo... Sé por experiencia, y por amigos y profesores universitarios también, que a ciertas personas (muchas) les cuesta preguntar. Las excusas son muchas: "por no molestar", "porque es algo muyh personal", etc. A veces es el profesor quien no querrá preguntas. No me parece bien, en general. Es verdad que cortan la explicación, pero mejor que la corten si nadie entiende. Además, pueden programarse: "explico esto y preguntáis en 2 minutos". O así. 
  • Presencia de Dios: ofrecer las clases  
Este último punto lo pongo porque a mí —y a muchos— me ayuda. Si no eres creyentes, no te servirá. Puedes entenderlo como tener una motivación trascendental para estar atento. No solo subjetiva (interés propio) u objetiva (el trabajo, que te gusta). Sino algo que sobrepase tu interés o el de la asignatura: la sociedad que quieres construir, etc. Es lo de aquel ejemplo, que quizás alguno conocerá, de tres picapedreros que respondían de modo diverso a qué hacían en su día: uno, que picar piedra; otro, que ganarse el sustento de su familia; y otro, que construir una catedral.
En todo caso, a lo que se refiere es a algo que el cristiano no debería olvidar tan fácilmente: que Dios, un Padre que le quiere, por eso mismo le ve y le mira, y cuenta con que uno trabaje bien (técnica y personalmente) y se desarrolle y desarrolle el mundo. 
Todo esto suena tan bonito como arduo. Así son las mejores cosas tantas veces. 

Ánimos. 

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