Valórate más, no eres una nota

[Dedicado a los que hacen las PAU estos días, sobre todo a mis alumnos, tan majos]


Es un recuerdo imborrable, de cuando un servidor de ustedes era joven. Iba por las calles de Girona y en una considerablemente grande, cerca de barrio viejo, que es zona de turismo, había un gran muro con un grafitti de unos veinte metros: oscuro, de todos grises, negros y lilas. Se veía a un chico estudiando, clavados los codos en la mesa y con la cabeza gacha entre sus manos cerradas.
 
Y al pasar por ahí —en bus a veces, en coche otras—, yo leía (en catalán): "Valorat més, no estuma nota", que no puede traducirse por las razones que ahora veremos, pero que yo "traducía" por "valorado más, no estuma nota". 
Y no entendía nada, porque nada significa "estuma". Pero no llegaba a pensar mucho más en la cosa. 
Y llegó un día en que pasé por ahí. Intrigado, me paré y con cierta teatralidad justiciera, leí. Y por fin me di cuenta de que no había leído hasta entonces, sino inventado: 
"valora't més, no ets una nota". Es decir, "valórate más, no eres una nota".  
(De poco sirve que fuera grafitti, y bien chulo, y bien difícil de leer con aquel tipo de letra artística pero no obvia, por poco caligráfica. 
Pero ya tenía la cosa clara: "valórate más: no eres una nota". Y entonces empezó a cuadrar más y más la estampa del chico, y su pose, y los colores. Y el mensaje, directo y claro. 
Ese mensaje, que recuerdo de 1996 o antes, nos viene como anillo al dedo casi 30 años después, porque seguimos igual y peor. 
Profesores, ¡y padres!, que tratan a sus hijos como si fueran una nota. Y, por tanto, hijos que a sí mismos se tratan así (ojo con la cacofonía). 
El problema es que los hijos (como pudimos explicar en esta entrada ya) se aprender a valorar desde dentro pero gracias a gente de fuera: sus padres, en primer lugar. Y si notan —o creen notar— que sus padres no hablan más que de las malditas notas... La cosa se tuerce. Depresiones y hasta lesiones porque tal nota no ha salido, porque no quiero contristar a mi padre, o porque es menor de la que tiene tal persona, o porque soy corto si no la saco, o porque no entraré ahí.... ¡ahora!

Tu hijo, tu alumno, tú... eres una persona: con nombre y apellidos. Con historia. Con histerias. Eso importa: quién es.... y no qué nota ha sacado. Si las notas implican cosas demasiado malas en la persona, mal enfocado está el asunto.

—Las notas definen el futuro...
Digamos mejor que lo condicionan, que no es lo mismo. Solo yo decido mi futuro al final, ni que sea porque lo acabo aceptando. A veces —y como profesor de hace unos años ya podría contar aquí historias casi inverosímiles y maravillosas, y hasta los nombres de los protagonistas—, un "grave error de notas" supone el mejor error de la vida de una persona: 
Porque abre otras puertas a fuerza de no quedarse caído.
Porque aquella carrera a la que no llego me hace ir a la universidad donde no quería ir, pero a la que va mi futura mujer. O porque me hace no ir, y así podré conocerla y cambiar de carrera y de orientación.
Porque hace ver a un padre que su hijo es más importante que lo que su nota indica. 
Porque es un fracaso que por fin coloca al chico en la realidad de la vida: el esfuerzo vale la pena.

—¿No te importan las notas?
Mucho, pero no tanto como para ensombrecer el ánimo de los chicos. 
Seguramente importan más otras muchas cosas que, bien situadas en importancia, hacen crecer la misma nota que se busca. La familia, los amigos, la fe, el trabajo con vistas a aprender y disfrutar, más que a examinarse.
Las notas son como el humo: indican que hay fuego. Algo pasa cuando son malas. 

—Ingenuo.
Podría ser. Pero no. No diré, porque no creo que sea verdad, que hay que estudiar motivado: hay que hacerlo con motivos. Y el mejor motivo, porque conlleva además una motivación, es el amor a la verdad. Quien desea conocer la verdad de las cosas —y todos somos así, en el fondo— nota menos el cansancio que provoca el estudio, porque ha dado con el motor primordial del ser humano. Y no pienso retirar ni una letra de esa rimbombante frase, porque me respalda Aristóteles: 
Tomo hombre dese naturalmente conocer.

Así pues: valórate más: no eres una nota. Y así, tus notas subirán, aunque no lo hagas por eso. Y, si no lo hacen, te dedicarás al estudio con más ahínco. O a otras cosas, con más alegría, que no todo el mundo ha de ser doctor en todo. 

(la historia del grafitti de PichiAvo, que son en realidad dos grafiteros, aquí)

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