"En el año 1840 Suecia fue el primer país que celebró el Día del Árbol, para generar conciencia sobre la importancia de los recursos forestales y de los árboles. Estos héroes verdes —los árboles, por si no se entiende— contribuyen a disminuir la contaminación ambiental y climática generada por el hombre, protegen el suelo y son esenciales para lograr un desarrollo sostenible, siendo imprescindibles para la vida".
Hasta aquí, lo que dice internet, con un añadido que me ha parecido casi imprescindible.
Lo señalo porque, realmente, me interesaba hablar de otros aspectos.
Muchísimo —y muy bien— se ha usado al árbol como término de alegorías muy luminosas. El árbol de la vida. El conocimiento como árbol. Y siempre habría que ir al párrafo anterior y sacar de él la información: de las raíces, el tronco, y luego las ramas y los frutos. Otro tanto se podría señalar de las hojas, caducas tantas veces y perennes otras.
Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos (Mateo 7, 15-20)
Usemos el clásico ejemplo. ¿Puedo dar limosna a alguien y ser malo el fruto? Depende de qué consideremos fruto: si es en mí o en al pedigüeño. Porque puedo darlo para engañar a alguien (cosa que me hará malo) y eso no le quita nada de utilidad al dinero que he entregado. Aquel pobre podrá usarlo sea como sea: será útil para mí.
Hasta aquí la primera frase.
Y la segunda es toda una metáfora en acción. En esta escena del Evangelio, Jesús está curando a un ciego. Le aplica algo de barro en los ojos y le pregunta:
«¿Ves algo?». Levantando los ojos dijo el hombre: «Veo hombres, me parecen árboles, pero andan». Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. (Marcos 8, 22-26)Los árboles no andan.
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