"Miércoles" (esa serie de Netflix): redes sociales, freakys, feminismo... ¡y John Stuart Mill!

Ayer por la noche vi el primer capítulo —y el avance de toda la primera temporada que te colocan al final: nos faltó habilidad o velocidad para pararlo— de una serie: "Wednesday". 
Es de 2022 y el director es Tim Burton, de quien recientemente explicamos cosas. Personalmente, me gusta ese director y su estética, a la que va unida una idea muy concreta de la vida que comparto en parte (por mal que suene esa cacofonía).

Para quien no conozca la conexión entre Tim Burton, esta serie y La familia Addams, aquí unas ideas.
Me esperaba una serie no convencional del todo, viniendo de quien viene. Y ahí está. 
La protagonista, una adolescente que ingresa en un internado —en realidad, la actriz tiene 20 años— cargada de inteligencia, socarronería divertida de ver pero no de sufrir, mala uva y mil traumas que parece llevar bien: teen fatal, si eso existe.

No llevábamos ni la mitad del capítulo cuando Miércoles soltó su primera perla más que comentable:
"Las redes sociales son un vacío de autoafirmación sin sentido que chupan el alma"
La chica, la freaky rarita y medio loca, no tiene redes sociales... pobrecilla. No es nadie en el mundo. En ese mundo, al menos.
Eso sí: sabe inglés, e italiano —"lengua de Maquiavelo"—,  aprendió kung-fu, y esgrima. Y no sé cuántas cosas más: toca el violoncello de maravilla, arregla una cafetera, ha escrito tres libros (dedica una hora al día a escribir)... ¡Más gente así, por favor: más jóvenes con hobbies! Pero...
No se habla con sus padres, eso sí. Pasea un alacrán, que murió atropellado vilmente, y por cuya muerte derramó en su tierna infancia sus últimas lágrimas, al ver que no sirven para nada. 
Dejemos de lado la afectividad y su educación por hoy, y centrémonos en las redes sociales y un típico uso; el que chupa el alma y es un vacío de autoafirmación sin sentido. 

A parte de superficiales, como ya decía Nicholas Carr en su obra homónima, puede que nos quite tiempo para tantísimas cosas, cosa que a la protagonista no le ha ocurrido. No así a su compañera de habitación, a quien aprovecha para recordárselo claramente.
Y puede que nos quite habilidades tan prácticas y vitales como la sociabilidad profunda y duradera, como enseña Simon Sinek en un vídeo que ya es un clásico. O una autoestima profunda, que se genera con el trato normal con los padres y con los amigos. La autoafirmación a la que se refiere Miércoles, por el contrario, es vacía: tú mismo con tu mecanismo, cosa que lleva a la dependencia y el vacío y a la depresión.

¡Pero hay más! La buena de Miércoles nos da a entender con su vida y su actuación varias cosas de las que ya habló ni más ni menos que John Stuart Mill, uno de los padres del liberalismo. 
La primera, el dolor que provoca la tiranía de la mayoría, de la que ella, freaky, ha decidido salir de modo extremo. No hace falta decir mucho más, que Mill lo explica de maravilla:
“La tiranía de la mayoría era al principio, y vulgarmente aún lo es, mantenida sobre todo por el terror, igual que otras tiranías [...] La sociedad puede ejecutar y ejecuta sus propios mandatos; y si decreta mandatos injustos en vez de justos, o mandatos de cualquier tipo en cuestiones en que no debería mediar, practica una tiranía social más formidable que muchos tipos de opresión política [...] pues penetra mucho más profundamente en los detalles de la vida, y llega a esclavizar el alma misma.» (J. Stuart Mill, Sobre la libertad)
La segunda cosa: los freakys, así llamados. Mill se refiere a ellos como lo que son: individuos excepcionales. No deberíamos aislarlos, sino aprender de ellos. Y potenciarlos. Es este un tema recurrente en Tim Burton, consciente de ser quien es. Hay un interés grande en alinear a todos en el mismo patrón. Qué duda cabe de que las redes sociales cumplen ahí un papel importantísimo, sin buscarlo si se quiere. Mill opina lo que sigue:
Los individuos excepcionales deben ser alentados a actuar de forma diferente de la masa, en vez de ser desanimados. En otros tiempos, esto no suponía ninguna ventaja, a menos que actuaran no solo de forma diferente, sino mejor [...]. Precisamente porque la tiranía de la opinión es tal que reprocha la excentricidad, resulta deseable que la gente sea excéntrica a fin de quebrantar esa tiranía.” (J. Stuart Mill, Sobre la libertad)
Y, para acabar, el tercer tema: un feminismo protestón del que Mill también habló:
“El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordinación legal del uno al otro– es intrínsecamente erróneo [...] y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros.” (J. Stuart Mill, El sometimiento de la mujer).

A ver qué nos deparan los siguientes capítulos.



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