1. Ayer caímos como moscas: hemos dormido como benditos.
2. Desayuno. Hacerse las bolsas y Misa por los laicos; eso merece una explicación. Laico no es, según se entiende hoy, sinónimo de ateo. Laico es, en el vocabulario propio de la Iglesia, lo que dice el Catecismo en su punto 897:
Por laicos se entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están incorporados a Cristo por elbautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo. Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (Lumen Gentium, 31)
Es decir, la inmensa mayoría. Es decir, que la Iglesia no son solo los curas, como se suele decir… Poco a poco nos vamos dando cuenta.
3. Gasolina.Esencial en todos los ámbitos de la manida metáfora del combustible. El chico joven que nos ha ayudado a ponerla —el clásico gasolinero— nos ha preguntado dónde íbamos. Al responderle que a las JMJ se ha producido un diálogo simpático: “¡ah, pues por lo que estoy viendo en los medios, qué pasada. Yo tengo unos familiares que van”. El bueno de él no tiene vacaciones. “Si no, iría: va a ser un lío, ¿no? Hay mucha gente. Estaría bien ir: para conocer a gente nueva, ir con tu familia y pasar unos días buenos”. Luego nos hemos despedido con un “¡a disfrutar!”
4. Viaje y más viaje. Kilómetros. Comida antes de pasar la frontera. Más kilómetros. Un rosario. Gente que se duerme. Otro. El móvil que —¡bendita tecnología!— te lee el mensaje que el Papa acaba de pronunciar hace escasas horas. Es fácil acostumbrarse, pero es la primera vez en siglos que sabemos fácilmente (si queremos: por poder…) quién es el Papa y qué ha dicho. Y que podemos pasárselo a amigos y dar amplitud a su mensaje.
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5’. Añado dos fotos. Un cartel que he visto en la casa donde nos alojamos: desconecta de las redes y conecta con la naturaleza. Y una foto que ofrece El País de gente confesándose. La confesión es el hecho de reconocer los propios pecados ante un sacerdote del que Dios se sirve para perdonarlos. Frente a lo bueno del cartel, la confesión supera esa buena finalidad: es la la mejor manera de reconectar no solo con la naturaleza, sino con su creador —Dios— y con uno mismo. (Si
No sabes como confesarte, para por la calle a un sacerdote y díselo. Es sencillo. Si ni así te aclaras, escríbeme y te lo cuento)
5. Por la tarde hemos ido a Fátima. Y ahí ya hemos visto por primera vez (más vale tarde que nunca) amuchos jóvenes de muchas nacionalidades. La Iglesia es —debe serlo— católica: para todos, que eso significa en griego esa palabreja. Y ahí hemos pedido algún milagro, cosa curiosa en nuestra época cientificista y materialista. Veremos
6. El Papa. Citemos algo de lo que hadicho a los universitarios:
Y a otro jóvenes les ha ido al fundamento, en cuya seguridad puede cualquiera echar el ancla vital:
“Sería un desperdicio pensar en una universidad comprometida en formar a las nuevas generaciones sólo para perpetuar el actual sistema elitista y desigual del mundo, en el que la instrucción superior es un privilegio para unos pocos. Si el conocimiento no es acogido como responsabilidad, se vuelve estéril. Si el que ha recibido una instrucción superior —que hoy, en Portugal y en el mundo, sigue siendo un privilegio— no se esfuerza por restituir algo de aquello con lo que ha sido beneficiado, en el fondo no ha comprendido lo que se le ha ofrecido.”
“Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. A todos nos llamó desde el comienzo de la vida. Él los ha llamado por sus nombres. Escuchamos la palabra de Dios que los llamó por sus nombres. Intenten imaginar estas palabras escritas en letras grandes; y después piensen que están escritas dentro de cada uno de ustedes, en sus corazones”.
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