1. Después de la vigilia llega la noche. La gente aprovecha para verse, para conocer a otros jóvenes (entre 1 millón y pico, ya hay donde elegir), o para saludar a amigos y familiares que están por ahí, en el descampado. Suena la música en directo, mientras tanto, de un artista portugués. Después, una película sobre la ecología, con los inicios y gestación de la "Laudato si", la Encíclica sobre ecología y cuidado de la casa común.
2. Amanecemos con la mezcla de un sacerdote —el padre Guilherme— a todo trapo. Sonrisas juveniles, y alguna queja viejuna sobre el volumen. Ese cura sabe pinchar. Lo demás, lo que hace un cura, se le supone, claro.
3. La Misa de los jóvenes. Y la homilía del Papa, resumida en tres palabras por él mismo: Resplandecer. Escuchar. No tener miedo.
Resplandecer.
“Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor. No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo, como un egoísta, ahí la luz se apaga”
Escuchar.
“Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí. Escuchás qué te dice Jesús. "Yo no sé qué me dice". Agarrá el Evangelio y leé lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros;Él revela que Dios es Padre, es amor. Él nos enseña el camino del amor, escúchalo a Jesús. Porque, por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo.”
No tener miedo
“Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: "No tengan miedo". Anímense, "no tengan miedo”.”
4. Digamos ahora algunas ideas finales. El Papa es Pedro. Y con la fuerza de Dios actúa y habla y pesca cuando lo hace como Papa. Otros sacerdotes no llegan a los jóvenes a pesar de ser ellos hombres adultos y no ancianos como el Papa Francisco. Porque la juventud interior y la gracia íntima le acompañan.
Podríamos decir varias cosas.
Primera: la gracia actúa en la propia naturaleza sin obviarla. Lo sobrenatural tiene en cuenta lo natural y ni se lo salta.
Tercera: lo no llamativo de la gracia no deja de ser por ello menos real. Pero la gracia no actúa a puñados, sino uno a uno. Así lo explica. Evelyn Waugh en su espectacular “Retorno a Brideshead”.
Uno puede obtener de Dios la paz y la tranquilidad largamente buscadas. Eso parece que le pasó a un voluntario, Francisco. El Papa le respondió esto en el encuentro con ellos:
“Y tú, Francisco, dijiste que aquí has encontrado algo que necesitabas y que ni siquiera buscabas. Caminando, trabajando, rezando con los demás, entendiste que no te podías dejar encarcelar por el caos, por las "camas deshechas" del pasado, ni vivir con el corazón atormentado por los sentimientos de imperfección, sino que, con la ayuda de Jesús y de los hermanos, se te daba la oportunidad de reordenar "la habitación de tu vida". Esto es muy hermoso, esta Jornada sirve, ayuda tanto para reordenar nuestra vida. ¿Por qué, por la Jornada? No. Por Jesús que está acá en medio de nosotros y se nos muestra. Para poner orden en nuestra vida no sirven las cosas, no sirven las distracciones, no sirve el dinero. Es necesario dilatar el corazón, y si ustedes dilatan el corazón van a poner en orden la vida de ustedes. No tengan miedo, dilaten el corazón”Puede otro encontrar la fuerza para ir a confesarse de una vez después de muchos años. Y volver a ir a Misa entendiendo alguna cosa más.
O la apertura interior a Dios y su mundo.
O la reconciliación con alguna persona.
O la necesidad lograda de olvidarse de algunos vicios.
O la clara visión de la propia vocación o camino con Jesús y para los demás.
O muchas otras cosas. (Yo pedí una cosa muy concreta en Fátima. Veremos).
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