Stephen Curry y el Dios del básket (y de todo lo demás)

Ya pasaron las Olimpiadas de París, lo sé. ¡Pero hay coletazos todavía!
Parece que el basket americano se volvió a vestir deDream Team. No sé si es ya el Dream Team VII o quizás más. (El primero, eso sí lo sé, en 1992: con Michael Jordan. Buf. Dice la Wikipedia que ganaron "jugando casi al trote")

En esta, LeBron James y Stephen Curry brillaron. En la foto, un Curry de 36 años mandando a dormir a sus oponentes, una vez sellada la victoria. 

A los mejores en cualquier cosa, algunos les llaman dios a veces. Eric Clapton, el de la guitarra, por ejemplo. 
Además, se habla de "modo Dios" cuando alguien —aquí, Federer— no falla nada y hace cosas tremendamente difíciles. 
En una sociedad que tome a broma casi todo o todo, el nombre de Dios no debería merecer más respeto que palabras como "escarola" o "pernio". Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, no está tan mal la nuestra.  
A Stephen Curry, los franceses en masa le apodaron "el diablo", vista su estelar actuación. 
Sin embargo, Curry sabe dar a Dios lo que es de Dios, y al César, lo que es del César. Por lo visto, le hizo gracia, pero ese apodo no lo acepta, consciente de que los nombres importan. 
A lo largo de su carrera, ha mostrado a las claras que es creyente:
“Quiero dar las gracias a mi Señor y salvador Jesucristo por bendecirme con las aptitudes para jugar al baloncesto y por darme una familia que me apoya cada día. Soy un humilde servidor de Dios y no sabría cómo explicar cuán importante es mi fe en quién soy y cómo juego este deporte”
Es un hombre que sabe lo que dice. No es Dios quien mete la bola en el aro, sino él, pero lo hace con las aptitudes dadas por Él. Otros hablarán de la genética, cosa que incluye a la familia que es dada también. (De eso miso era consciente también el propio Clapton, por cierto, como hemos comentado ya alguna vez.)

Demos algún dato más. 
Ahí están sus famosas bambas con la no tan famosa frase de San Pablo en su carta a los Filipenses (4,13):
"Todo lo puedo en Aquel que me conforta".
Ha recortado la cita hasta el "todo lo puedo", "I can do all things...". 
Pero no por vergüenza, como se verá:
"El "puedo hacerlo todo" de mi zapatilla representa mi pasaje favorito de la Biblia. Es mi mantra particular, con el que afronto los partidos y por el que juego de determinada manera. Es mi ADN... lo que yo soy"
Y la guinda: Curry siempre que gana señala con su dedo índice al cielo. 
¿Tendrá algún pariente difundo al que dedica su victoria? No es esa la razón: 
“Quiero que la gente sepa para Quién juego”. 
Para el Dios del basket y de todas las cosas. 

¿Qué más da, podría preguntarse alguien?
Y es una lícita e importante pregunta.
Lo cierto es que bastante: si sabes que alguien importante (o, mejor aún, alguien que te quiere), te está mirando, intentas dar lo mejor.
Ejemplo humano: Federer con Michael Jordan observándolo. Jugó como los ángeles. O casi todos los jugadores con sus familias.
Pues bien: ejemplo sobrehumano, sobrenatural, cristiano: lo dicho hasta ahora de Curry. 

Tomaré, para acabar, la frase en que Narciso Yepes, un famoso guitarrista clásico español, explicaba de modo más elaborado esto mismo:
"Para quien realmente toco es para Dios. El público no lo advierte. Pero Dios y yo sí. Más que mi música lo que el gusta es que le dedique mi atención. Tocar un instrumento, y ser consciente de la presencia de Dios es una manera maravillosa de orar".
Y ahora, donde pone "tocar un instrumento", pongamos "Jugar a básket".... o dar clase, o hacer un balance, o sacar las espinas de un pescado, o sembrar o arar, o atender a un paciente, o a un cliente, o a mi marido o a mis hijos...  ¡Cómo iba a cambiar la sociedad en pocos años!

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