¿Sabiduría artificial? ¡Esclavicemos a la tecnología!

Al grano: en la época de Inteligencia Artificial, ¿puede existir algo así como la Sabiduría Artificial?
Al grano: no. 
La misma IA, algoritmos (todos los que quieras) pensados con una intención por hombres, escupe este texto —Chat GPT, para más señas— al preguntarle si la inteligencia artificial es inteligente:
La inteligencia artificial (IA) no es "inteligente" en el sentido humano. Más bien, es una herramienta que simula ciertos aspectos de la inteligencia humana, como aprender patrones, resolver problemas y tomar decisiones, pero siempre dentro de los límites de su diseño y programación.
Si ni siquiera la IA es inteligencia, ¿cómo va a haber sabiduría?
He copiado lo que la RAE dice:

sabiduría
  1. 1.
    nombre femenino
    Grado más alto del conocimiento.
  2. 2.
    nombre femenino
    Conducta prudente en la vida o en los negocios.
En "El primer coro de la roca", esculpe T. S. Eliot verdades profundas. Es archiconocido su final: el antepenúltimo verso y su anterior, que subrayo. Pero lo cierto es que todo él llega al hondón de la cuestión: no es la técnica lo que queremos; es la sabiduría. Veamos la traducción de Jorge Luis Borges.
«Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.»
Hemos confundido tantas cosas tantas veces, que vamos algo perdidos. 
Jamás existirá una aplicación de sabiduría artificial... que no sea un timo. Porque la sabiduría se basa en el saber vivir: es un saber práctico que brota de dentro. Un "dentro" que ninguna máquina tiene. 
Un saber que lleva a decidir el mejor camino para el mejor bien. Y eso, sin ser absolutamente relativo, es bastante cambiante. Depende, por ejemplo, del momento en que uno esté. La prudencia, en efecto. El auriga de las virtudes, para los clásicos. 
Y una máquina, de nuevo, jamás será prudente, porque eso exige mirar hacia fuera (la circunstancia) y hacia dentro (introspección). 

Otra cosa es que la IA nos ayude a ser sabios. Eso sí. En muchos modos lo hará. Sabiendo usarla. Y dejar de usarla. También los libros —inteligencia artificial de las antiguas, aunque más lenta— pueden ayudar.
Traigo para el lector un largo y suculento texto en que Jean Guitton dialoga con Sócrates en su libro "Mi testamento filosófico". Razona por qué internet (y, por extensión, la IA) nos salvará de la falsa sabiduría: el exceso de conocimiento sin conexión con la vida real y buena del hombre y de Dios:
—Ya me acuerdo. Guitton, los filósofos no pueden vivir sin meditar sobre las grandes obras de su tradición.
—Claro está, Sócrates, pero no es la cuestión. Se trata de saber si la filosofía es ante todo exégesis de su propia tradición. Yo digo que está muerta en el momento en que actúa así. La filosofía es una reflexión viva sobre los temas exteriores a ella: la política, la religión, las ciencias, la moral, la economía, la existencia, etc. Los hombres se hacen preguntas y tienen necesidad de responderlas. Ninguna ciencia particular puede responderlas. Entonces nace una reflexión y una disciplina en la confluencia de estas preguntas: es la filosofía viva
—¿Y los viejos filósofos?
Los releemos para que nos den ideas y les regalamos ideas que nunca han tenido pero que nosotros no habríamos tenido sin ellos. Un gran filósofo es esto: un tipo estupendo que tiene el genio de hacernos tener genio, y que se lo ha hecho tener a todas las generaciones posteriores. Pero por sí misma la tradición es algo tan tonto como un mechero sin gas. No produce más que comentadores y ratones de biblioteca.
—¿Qué es un ratón de biblioteca?
—Alguien que ha leído veinte mil libros, ha hojeado cien mil y sabe dónde se encuentra la más mínima fruslería que esté en relación con su especialidad.
—¿E internet qué pinta en todo esto?
—Es la salvación de la filosofía, Sócrates, porque es la muerte de las ratas. Cualquier mente meditativa tendrá pronto a su servicio un esclavo electrónico que iguale los resultados de un regimiento de eruditos. Los ratones de biblioteca no servirán ya para nada. Descubiertos. Abolidos. Anulados. Como los bueyes de labranza cuando llegaron los tractores.
Guitton, no me dé una falsa alegría.
—No son falsas alegrías, Sócrates. Creo que de nuevo tenemos derecho a esperar. La técnica también puede tener una virtud liberadora. Imagine que quiere estudiar la mínima cuestión. Internet le saca inmediatamente sobre el tema once mil trescientas ocho referencias en treinta y cinco lenguas. Duración media de la comprobación integral del informe: veinte años de trabajo a tiempo completo. Con las normas y los escrúpulos del erudito: imposible de hacer. Así, pues: primero, la técnica permite la movilización instantánea de todo el capital intelectual existente; segundo, el crecimiento del número de autores y la acumulación constante de sus escritos hace crecer la masa del material susceptible de examen, sobre cualquier tema, muy por encima de los límites de lo humanamente posible; tercero, los progresos en la construcción de memorias electrónicas hacen inútil el trabajo de memorización especializada. Los únicos recursos raros e irremplazables serán la intuición, la crítica, la meditación, la síntesis y la invención. Mediante la técnica nos curaremos de la acumulación por exceso de acumulación. Nos curaremos del exceso de especialización por el exceso mismo de la especialización."
La IA como esclavo electrónico que podemos (ni siquiera "debemos") tener. 
¡Vaya panorama más positivo!

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