Quería señalar una de las oportunidades que el futbol brinda a pocos y que muchos aprovechamos, aunque deberíamos ser más conscientes. Para concienciarnos lo digo, por tanto.
Ya sé que, a alguien de mirada doble, va a sonar racista lo que quiero decir. Nada más lejos. Se trata de caer en la cuenta y exaltar la posible capacidad educativa antirracista del futbol.
Gracias al futbol profesional, al Barça, este chico es campeón de Europa, y ha pasado de ser "un moro más" a "Lamine" o "Super Lamine" o "Lamal de mi vida" y muchas más. Nos ha hecho vibrar. Y nos hemos interesado por su vida. Ha dejado de ser "la bazofia esa de nini", que no sé qué...
Lo primero, le conocemos por su nombre. No es un cualquiera: es Lamine Yamal, así sin dislexias (que muy buenas he oído). Ahí está: lo primero que nos define: el nombre. No soy un número. Y menos menos alguien de una etnia, que también, o raza o lo que sea. Soy hijo de mis padres y de mi tiempo y de mi cultura y de muchas... pero una persona con nombres y apellidos, con historia e histeria.
Y, luego, le conocemos por su profesión: le admiramos y queremos aprender de él.
No es poca cosa.
Hemos dicho que pocos tendrán su suerte, aunque es posible que haya "muchos moros", como insultarían algunos, por el mundo que juegan bien. Muchos la aprovechamos: dejamos de ser algo racistas y cerrados de mente... ni que sea en apariencia.
Es verdad —la triste verdad— que está la cara B: se da quien, por una cerrazón apasionada en sus colores, recurre al insulto y a la broma racista, de nula gracia. Pero eso podemos enseñarlo a los chicos. Lo triste es que son los padres quienes enseñan lo malo a los hijos.
Un ejemplo, ya mismo.
Con dos cosas que han pasado. Una, famosa. La otra, no.
Con dos cosas que han pasado. Una, famosa. La otra, no.
Primera. Por lo visto, en el momento antes de empezar el partido de ida de los cuartos de final de la Champions League entre PSG y FC Barcelona, mientras se veían imágenes de Lamine Yamal dando toques, el 'Mono' Burgos decía esto en la retransmisión de Movistar+:
"Ojo a que si no le va bien termine en un semáforo"
Y las consiguientes risas.
Menudo racista, podríamos asegurar, chillando y juzgando. (Dimitió). Lo paradójico es —dejando de lado la de futbolistas que han acabado mal— que todos le conocen como "Mono" Burgos. Dice wikipedia:
En 1994 fichó por River Plate en reemplazo de Sergio Goycochea, quien pasó a jugar en el Club Deportivo Mandiyú, se consagró como portero a nivel internacional y donde la afición le apodó "Mono", debido a su aspecto desgarbado
Eso es peyorativo. Diría que sin duda: llamar desgarbado a un portero no es positivo. Y apodarle "mono" para eso, tampoco. Pero ya nadie lo tiene en cuenta: ahora ya es cariñoso. Y mejor que así sea. No quisiera yo añadir tontería al cúmulo de tonterías. El mismo Mono Burgos dijo después que quería elogiar su innata habilidad. Eligió mal la comparación. Podría haber dicho "ojo, podría ser malabarista".
Segunda. Un chico, que se parece bastante en lo físico a Lamine. No así en el juego.
Vean y juzguen, aquí.
El comentario del medio es impecable:
Pero el chaval es Raúl, un juvenil del Cebrereña de Ávila, quien protagonizó el vídeo durante un partido en el campo del Navaluenga. La cuenta de X del Cebrereña ha aclarado la confusión y confirmado la verdadera identidad del jugador.
Pero "los moros son tos iguale", comenta uno.
Y demás comentarios habrá, que no los he leído.
Lo cual nos lleva a una posible conclusión: que hay racismo y clasismo y todos los -ismos en todas partes. Hago un apunte sencillo final aquí sobre lo que podríamos llamar "clasismo inverso", por parecer poco habitual, pero que es tan real como el "clasismo" sin más, y que así podríamos llamarlo.
Es clasista quien considera mejor —más educada— a una cierta clase: la pudiente en lo económico, y peor a la que no dispone de dinero: "son maleducados y zafios e imbéciles perdidos", sostienen. Pone a la clase como causa de la superioridad.
Es, por el mismo motivo, pero a la inversa, igual de clasista quien considera que, por pertenecer a una clase —por tener dinero, al menos—, uno es inferior en moralidad: "un ladrón y un imbécil y un sinvergüenza".
Repito: el motivo es el mismo. Educación y economía son dos parámetros concomitantes, pero no causa-efecto. Algunos ricos son buenos; otros, mal educados. Algunos pobres son buenos; otros, maleducados.
No es el dinero.
Y, además, pequeño detalle: hay dos personas: el que juzga y aquel a quien juzga. Ahí pueden darse a la vez dos clasismos: lo he visto algunas veces.
¡Viva el fútbol!
PD: Cómo el dinero en exceso pudre todo el valor del deporte, lo explica a la perfección Joseph Ratzinger, cuando era aún Cardenal. En este breve texto.
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