Los adolescentes son imitadores natos. En otras palabras: es vital que lo sean. Imitan a otros de modo natural para, aprendiendo y creando, llegar a ser cada quien su propio hombre: él mismo. Por eso, no es del todo culpa suya, sino de los adultos, que cada vez hablen peor. Los adultos tienen un papel ejemplar, en el mejor sentido de la palabra: son modelos, les guste o no, que los chicos imitan. Y no solo en el hablar.
Señalo esto porque es el motivo de las modas en el hablar: han existido y existirán siempre.
Aunque cada cual se mueve en ciertos ambientes socio-culturales diversos, es fácil que, por la globalización fácilmente igualitaria y homogénea que nos procura internet y las redes sociales masivas, se pongan de moda como lugares comunes las mismas expresiones en muchos lugares. Por ejemplo, porque un youtuber famoso las dice en cada vídeo, y a los chicos les gusta, y nos infectan a los adultos (que están con chicos: si no, no hay modo).
Pues bien, en el título hemos usado dos de ellas: "premium" y "prime".
Por donde me muevo yo y mi circunstancia, es bastante común oír decir a los jóvenes eso de "prime" a diestro y siniestro. Por ejemplo, comentando que "Paco Pérez —por decir un nombre genérico— está en su prime: es el delantero que más goles mete". O uno mismo, que "está en su prime" o "en su **** prime", del que no hablaremos aquí por decencia. O, en el uso más breve, como respuesta, oigas un simple y americanizado "prime" a tu pregunta de si le parece bien hacer tal o cual cosa. Significa que sí, que es algo óptimo: una gran idea que llevaremos a cabo con alegría. Me imagino que hay más usos, cada vez más etéreos y poco concretos. Sirve para casi todo, si uno se descuida.
En una de las aficiones más nobles de un profesor, puede uno dedicarse a enseñarles expresiones sinónimas y españolas, de toda la vida. "Está en el zénit de su carrera", por ejemplo. O "en su momento o punto álgido", o, incluso, "en su apogeo". Y los chicos, por raras y no oídas de modo habitual, hasta las aprenden y las usan.
Pero no queríamos dedicarnos aquí solo al "prime", sino a compararlo con otra palabra que nos gusta todavía más, por su significado actual.
"Premium" es —no oficialmente, dado que la RAE no lo ha aceptado todavía— un adjetivo que se utiliza para calificar a un servicio o un producto de características especiales, de calidad superior a la media.
Calidad superior: la máxima. Interesante.
Además, el servicio premium suele notarse en el bolsillo: a más calidad, más precio. Sin pago, no hay premium que valga.
Además, el servicio premium suele notarse en el bolsillo: a más calidad, más precio. Sin pago, no hay premium que valga.
Se me ocurría una aplicación tremenda de la palabra: para explicar el amor de noviazgo y matrimonial.
Aquí no hay prime... solamente. Hay, sobre todo, "premium", que hace que el prime adquiera su máximo sentido.
Es decir, no se trata de ser mi mejor versión, sino de reservarla para alguien a quien he esperado, y que me ha esperado también a mí. Mi calidad mayor para lo mejor. No valgo cualquier cosa. No me va a tener cualquiera, porque no soy un cualquiera. Para conseguirme hay que pagar. Mi amor no es gratis: no pienso entregarme gratis, porque valgo mucho: lo valgo todo. Esto hay que enseñárselo a los jóvenes con urgencia: que reconozcan su valor, que no se vendan al primero que pase por ahí ofreciéndoles placer o diversión. Amor es lo que buscan.
Esto, que suena muy rimbombante, es lo que todos pensamos de nosotros... y deberíamos, por tanto, reconocer en los demás: son otros-yo: valen infinito.
¡Qué desánimo cuando alguien descubre que le han puesto un precio, por mucho que sea! ¡Qué descalabro emocional cuando uno se sabe utilizado, para lo que sea: para diversión, para placer!
Amor con amor se paga: si quieres mi amor, dame amor... gratis y personal. Y, si llegas a recibirlo, llegado de alguien libre que quiere, lo harás como lo que es: un regalo, algo no violentable, no forzable, no conseguible sin la voluntad libre del otro.
¡Viva el amor premium, que es el único que puede llamarse amor!
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